No se trata de salir de la zona de confort, se trata de ser tú.
Muchos maestros/as en su aula, toman una manera de ser distinta de la que son o tienen, se ponen su mascara para comenzar el baile, para no mostrar sus debilidades, y así intentar parecerse al modelo perfecto, del que su alumnado tiene que aprender, sin errores, sabiéndolo todo, intentando parecer muestras perfectas de SER HUMANO.
Una posición que suele desmontarse al instante y llevar al fracaso absoluto. Es probable que no alcancen la estima de su alumnado por no abrirse a ellos, que no lleguen a la esencia de educar y de aprender juntos/as. Es justamente este el camino para dar buenas lecciones. Ser humilde posicionarse al lado, tenga el alumno/a la edad que tenga y aprender juntos. Mostrar en ese proceso tus herramientas para que el/ella también las coja, coger alguna suya para que vea que también tiene y que son útiles. Ese proceso es un cambio de acción que muchos maestros/as deberían de hacer sino lo han hecho ya. Creer que educar se realiza desde el púlpito es estar demasiado engañado/a.
Los profesores/as deben asumir, como parte de su profesión, el cambio continuo en búsqueda de la mejora del proceso de aprendizaje. Siempre atento/as, acompañando y descubriendo la mejor forma para que su alumnado aprenda en clase, en cada sesión. Inspirar, trasmitirles pasión por aprender, encauzar su energía para superar los retos que se propongan.
Poner intencionalidad en cada actividad, teniendo una visión del conjunto de las mismas. Saber hacia dónde vas , conocer cada parada del camino por recorrer, con un ejercicio con el otro… pensar si uno sirve o sino, ser capaz de anotar, de eliminar…
Creer que la programación que usas cada año, que está basada en el libro de texto de turno, el cual no conoce contexto, ni realidad individual, va a hacer que los estudiantes aprendan significativamente, es creer demasiado. Es una apuesta perdedora.
Las editoriales, en general, han cambiado poco el paradigma educativo, siguen manteniendo demasiados contenidos, añadiendo en un lado del libro del profesor/a consejos para que hagas algo distinto, pero parece algo más estético/comercial que real… su formula sigue siendo el uso del pupitre, de la quietud y del silencio. Al contrario de lo que el alumno/a necesita: movimiento, emoción y «ruido».
Tener la visión para diferenciar lo importante, es un reto permanente de los maestros/as. No malgastar tiempo, insistiendo en pautas o normas antiguas para las que el alumno/a puede no estar preparado, como por ejemplo el orden, limpieza, caligrafía, sentido estético…(al homogeneizar en la educación esto suele pasar mucho en edades tempranas) hay que saber ponderar ese aprendizaje en su justa medida. «Es que estos alumnos/as no aprenden son muy desordenados, no escriben bien, tienen muchas faltas, no leen…», son chascarrillos que no aportan mucho.
Como conclusión es necesario, ser uno mismo/a, acercarse al alumnado e ir descifrando los nuevos códigos del aprendizaje actual y de las personitas «milenials» que aprenden hoy, manteniendo solo lo verdaderamente importante de las generaciones anteriores.
Preguntarse antes de programar una sesión…
y esto, ¿cómo lo van a aprender?