Descubrir quién hay detrás de un partido y quiénes son sus votantes, es en teoría algo fácil. Son las personas que comparten una misma forma de verse en el mundo y que creen saber cómo organizarse, gestionarse para conseguir su idea de bienestar y justicia social.

Lamentablemente en el llamado «tablero político» las cosas no son tan simples y entra en juego la complejidad del poder, la estrategia para abrazarlo y sobretodo no soltarlo.
Ciudadanos fue un ejemplo de ello y digo fue porque se esfuma, ya se está hundiendo, desde hace algún tiempo. Enfermo terminal por falta de sentido y dirección e incluso de lo más importante, de corazón. Las ideas cuando se conforman se entrelazan con los sentimientos y vivencias así se hacen más fuertes y crecen para formar convicciones, a estas podemos encasillarlas según su rumbo; izquierda o derecha.
Un partido que navegó hacia la confusión ideológica para capturar a los desorientados. Con esta estrategia quiso fraguar su victoria, recogiendo las desilusiones, los simplismos, las apariencias, para así llegar a buen puerto. Financiados, cuál fragata colonialista, por grandes inversores deseosos de descubrir y conquistar nuevos mundos.

Los resultados de ayer en las elecciones catalanas, muestran una vez más, un hundimiento rápido, sin posibilidad de alcanzar los botes salvavidas. Fueron el partido de los lobbies bancarios que como siempre han hecho, quieren y buscan la inestabilidad periódica, produciendo estados de crisis, para recoger en aguas perdidas, sucias y revueltas. Recoger en la amargura y desesperación de muchas personas que se empobrecen y se ahogan estando cada vez más en lo profundo.
El escrutinio muestra la vuelta al curso natural de las aguas, era raro un partido con seguidores socialistas y ultraderechistas, votantes catalanes y anticatalanes, con dirigentes tan dispares, aficionados a no mojarse o empaparse demasiado.
En este intento de escapada vemos a algunos saltando a embarcaciones con discursos más radicales; de odio, racistas, negacionistas y antilingüistas. Todos ellos gritando: «¡Corran a los botes, que se hunde el barco!».
